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SEGURIDAD LABORAL DE LOS TRABAJOS VERTICALES EN CUBIERTAS

Publicado en22/11/2021
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Mape, enfocada en la seguridad integral de los trabajadores, presta especial atención a la seguridad en alturas, un campo en el que todo error preventivo suele ser fatal, sin opción a segundas oportunidades.

Cada siete días, se produce un accidente grave o mortal por caída de operario desde un tejado o cubierta.

Dado que la prevención de los riesgos laborales en trabajos verticales resulta vital, este post se hace eco de la campaña del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSS) “Trabajo en cubierta. Lo importante es bajar con vida”.

Trabajos verticales en cubiertas

La campaña institucional, promovida por el Grupo de Trabajo Construcción de la CNSST, parte de un estudio de los años 2016-2019, centrado en los “Trabajos de reparación y mantenimiento en cubiertas”, que fue publicado en 2019. Enfocada en la prevención de accidentes laborales, la campaña está dirigida a las partes que intervienes en estas actividades: se ha considerado esencial “sensibilizar y mejorar los conocimientos técnicos del titular del edificio en el que se va a intervenir, así como de la empresa o trabajador autónomo que va a trabajar sobre el tejado”.

Los trabajos que habitualmente se contratan y realizan sobre tejados son, entre otros, aislamiento e impermeabilización, reparación de goteras o filtraciones, sustitución de tejas o placas de la cubierta, sellado de juntas, retirada de cubriciones con amianto o sustitución por otros materiales, instalación o mantenimiento de paneles solares, limpieza de chimeneas o canalones, reparación o sustitución de antenas, retirada de nieve, cambios de plásticos en invernaderos, etc.

Según el INSHT (antecesor del actual INSST), “por T.V. (Trabajos Verticales) se entienden los trabajos realizados en altura y que requieren la utilización de materiales como cuerdas, anclajes, aparatos de progresión y otros elementos para acceder a objetos naturales (árboles), subsuelo (pozos) y construcciones (edificios, diques, puentes, etc.).

Se suelen utilizar estas técnicas en aquellos trabajos donde el montaje de sistemas tradicionales (andamios) resulta dificultoso técnicamente o presenta un riesgo excesivo. Los campos de aplicación más utilizados son: acabados y mantenimiento de edificios nuevos y antiguos, rehabilitación y mantenimiento de equipos industriales y monumentos, líneas eléctricas aéreas, presas y centrales hidráulicas…”.

El Instituto nos recuerda que el riesgo fundamental de los T.V. son las temidas caídas a distinto nivel, que “suelen producirse al efectuar los trabajos sin la debida planificación, al no utilizar equipos de protección individual o usarlos inadecuadamente, por el mal estado de los materiales auxiliares, por la mala distribución de anclajes o por su insuficiencia y por la falta de formación o por ser ésta insuficiente”.

Formación sobre seguridad en altura

Mape siempre recomienda formaciones con método y rigor. La formación no se justifica solamente con un papel (documento) expedido por un centro. La competencia formativa –máxime la relacionada con la seguridad en altura- debe estar avalada por un aprendizaje sólido, impartido por especialistas acreditados, y desarrollado en instalaciones adecuadas que reproduzcan las situaciones del trabajo real de campo (las alturas). Lo contrario es banalizar la seguridad de las personas y casi  cometer un fraude.

En cumplimiento del deber de protección, el empresario deberá garantizar que cada trabajador con riesgo de una caída de altura superior a dos metros reciba una formación teórica y práctica, suficiente y adecuada, en seguridad laboral, tanto en el momento de su contratación, cualquiera que sea la modalidad o duración de ésta, como cuando se produzcan cambios en las funciones que desempeñe o se introduzcan nuevas tecnologías o cambios en los equipos de trabajo.

La mayor parte de los trabajadores que sufren caídas de altura pertenecen a microempresas (menos de 10 trabajadores) o son trabajadores autónomos. Por este motivo, la campaña del INSST insta al sector de los trabajos verticales a “descargarse los materiales de la campaña y poner en práctica los consejos”. El apartado“Súmate” de la web de la campaña ofrece información sobre las iniciativas que pueden seguirse para contribuir a reducir la siniestralidad laboral.

Seguridad en altura: desafío a la gravedad

La ley obliga a integrar la prevención en todo tipo de trabajo y, como es natural, en los realizados en altura, en los que existe un potencial riesgo de caída. Además, establece que deben prevalecer las medidas de protección colectivas sobre las individuales. La determinación del tipo de protección a utilizar depende de varios factores, como son el número de personas involucradas, la duración de la intervención, la periodicidad con la que se realiza la intervención y el conocimiento de las instalaciones de las personas involucradas.

Las firmas especialistas en ingeniería de los trabajos verticales insisten en que “tenemos que mentalizarnos de que los equipos por sí solos no evitan ningún riesgo, y debemos centrar nuestros esfuerzos en la formación”. Conocer las instrucciones de uso y mantenimiento y poseer una formación suficiente y adecuada sobre los sistemas a utilizar son prioridades que, normalmente, no se atienden como es debido. Por otra parte, no podemos olvidar aspectos metodológicos como son la evaluación de los riesgos (preliminar de cualquier acción) y el plan de prevención correspondiente, que debería sustanciarse en un plan de trabajo específico para cada intervención, contemplando aspectos colaterales como señalización y balizamiento, sin olvidar detalles (no menores) como evacuación, rescate y primeros auxilios.

La realidad de la seguridad laboral en los trabajos verticales dista mucho de cumplir lo que dicta el modelo teórico-legal. Nos duele la vista de presenciar operaciones en que se desprecia la propia vida o la de los compañeros al no emplear elementos de retención de caídas, o se emplean rudimentarios sistemas improvisados, y de dudosa utilidad si sobreviene el accidente. Si malo es lo uno, no es mejor contar con un sistema eficaz –incluso certificado- pero que no ha pasado las pertinentes revisiones periódicas que garantizan su fiabilidad. En el peor de los casos, un buen equipo mal mantenido puede convertirse en una trampa mortal (trampa porque contábamos con una seguridad que, a la hora de detener una caída, no funcionó). 

Los equipos anticaídas necesitan mantenimiento para ser considerados como tales.

Confía en verdaderos especialistas y no desafíes a la gravedad. Mape suministra las mejores soluciones anticaídas, además del mantenimiento y revisión de material de protección para trabajos verticales.

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