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LA LEY DE PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES NO CONSIGUE FRENAR LA ESCALADA DE LA SINIESTRALIDAD LABORAL

Publicado en17/05/2021
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El dato de siniestralidad laboral de 2020 arroja cifras preocupantes en lo relativo a la mortalidad. Así, 708 personas fallecieron en el trabajo o en el camino de ida y vuelta al mismo (in itinere); 633 eran asalariados y 75, trabajadores por cuenta propia.

Aunque en 2020 hubo menos trabajo en términos absolutos, “la externalización de la prevención, el incremento de la carga laboral y la inclusión de las muertes por covid reconocidas elevaron el dato”, señalan los sindicatos. Con 1.004.344 accidentes de trabajo, durante la jornada laboral se produjeron 595 muertes (565 hombres y 30 mujeres). El covid causó 21 de las citadas bajas.

La mortalidad total en jornada de trabajo se saldó con 53 trabajadores fallecidos más que en 2019, lo que supuso un aumento del 9,8%. La construcción fue el único sector que redujo su siniestralidad (-15 personas). Los incrementos se dieron en el sector agrario (+57,9%), industria (+20,2%) y servicios (+4,7%).

Las causas de siniestralidad fueron: infartos, derrames cerebrales y otras causas estrictamente naturales (228 víctimas), accidentes de tráfico (81), atrapamientos, aplastamientos o amputaciones (95), choque o golpe contra un objeto en movimiento (43), golpe después de caída (82), ahogamiento en un líquido (9), otras causas (57). Las ocupaciones con mayor siniestralidad fueron, por este orden: conductores/operadores de maquinaria móvil, peones de la agricultura, pesca, construcción, industrias manufactureras y transportes, y trabajadores cualificados de la construcción (excepto operadores de máquinas).

A la vista de los datos, se abren interrogantes sobre la gestión de la prevención de riesgos laborales. En este sentido, Unión Sindical Obrera (USO) consideró “inadmisible el aumento de la mortalidad laboral en un año atípico, marcado precisamente por una menor actividad” debido a la paralización de las actividades no esenciales.

Protección laboral a la carta

El estudio de accidentes revela dos evidencias clave: en primer lugar, existe un déficit preventivo y, en segundo lugar, la prevención no puede ser genérica e idéntica para todos, las empresas deben dotarse de unos equipos de protección a la carta. La excepcionalidad del 2020 da mayor relieve a algunos datos:

  • Las personas entre 45 y 60 años concentraron la mitad de las muertes en el trabajo. El envejecimiento tiene implicaciones positivas y negativas en las capacidades y habilidades de los trabajadores. 
  • Elevada tasa de accidentes ‘in missio’. Que 164 de las víctimas mortales fueran por accidentes en misión demuestra una mala organización del trabajo y/o de los ritmos laborales.
  • Tasa de siniestralidad en el centro de trabajo. Un total de 348 personas fallecieron en el centro de trabajo, y un elevado porcentaje de esta siniestralidad se debió a la falta o inadecuación de las medidas preventivas ‘in situ’, o por instrucciones indebidas, lo que cuestiona, en primera instancia, la gestión de la seguridad laboral.
  • Los riesgos psicosociales siguen siendo invisibles. Los múltiples factores de riesgo psicosocial causan muertes directas (por agresión, por ejemplo), e indirectas, que se manifiestan bajo la forma de infartos-derrames cerebrales, o suicidios de trabajadores.

MAPE Seguridad Laboral, con una trayectoria de 65 años como prescriptor de material de protección laboral, conoce la singularidad de los riesgos en el puesto de trabajo. Por este motivo, ofrece un servicio de Consultoría de Seguridad y Salud en el Trabajo, que proporciona consejo adaptado a las características/necesidades de cada empresa en función de su plantilla, por entender que “cada empresa es un mundo complejo y necesita, por tanto, su protección laboral específica y a la carta. No existe la prevención-protección universales”.

La verdadera magnitud de una lacra social

La cifra de siniestralidad laboral no remite. Muchos prevencionistas cuestionan los datos oficiales sobre la evolución de lo que se percibe como una lacra social desde la entrada en vigor de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales(1995), rebatiéndolos con el análisis del Índice de Incidencia (número de accidentes con baja ocurridos durante la jornada de trabajo por cada 100.000 trabajadores expuestos al riesgo).

Los datos oficiales señalan que, desde 1995 a 2017, la incidencia habría disminuido un 43%, lo que sería una excelente noticia. Sin embargo, hay factores de corrección que no se están teniendo en cuenta. Entre éstos: 

  • Deben computarse los trabajadores a tiempo parcial en función de la jornada en que prestan sus servicios y no como trabajadores a tiempo completo.
  • La evolución de las ocupaciones muestra una clara tendencia a la disminución de las más peligrosas y el aumento de profesiones con menos peligro. Obviamente, ello presiona a la baja el índice de incidencia.

El análisis de la evolución histórica conduce al prevencionista, Emilio Castejón, a concluir que el índice de incidencia (real) del año 2017 fue de 5.788, mientras que el de 1995 fue de 6.059. Este descenso del 4,4%, a lo largo de 22 años, está muy alejado de la estadística oficial. El dato, que es claramente insuficiente, va asociado a otra realidad tozuda: “en nuestro país, desde mediados de 2012 aproximadamente, el índice de incidencia de siniestralidad laboral crece”, advierte Castejón.

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