Los trabajadores no se ponían los EPIs a la hora de trabajar, principalmente el casco de obra, y esto generaba sanciones y problemas al propietario en las inspecciones de seguridad llevadas a cabo en las obras donde actuaban.

Se habló con algunos trabajadores para identificar verdaderamente el problema, y se concluyó que era debido a la incomodidad del casco que utilizaban; era pesado, incómodo de atarlo, no tenía ventilación y sudaban mucho con él.

Se les propuso utilizar un casco ligeramente superior de gama; más ligero, con ventilación y bandas antisudor y un arnés de sujeción más confortable.

La propuesta resultó un éxito debido a que todos empezaron a utilizar a diario el nuevo casco en sus puestos de trabajo.